El viento no ofrecía resistencia a mi paso. Las hojas caídas de los arboles, aunque secas y sin vida, no crujían bajo mis pies. Los perros parecían haber olvidado que debían ladrar molestamente, cada vez que alguien pasara cerca suyo.
A pesar de lo extraño de la situación, era muy lógico lo que ocurría, ya que yo no me encontraba caminando solo, de regreso a casa, por esa olvidada calle. No, yo estaba muy lejos de allí. Y el mundo a mi alrededor lo percibía, y parecía condolerse de mi.
Nada en mi camino alivio mi pesar, pero tampoco nada lo empeoró.
Todo sucedió confortadoramente anormal.
viernes, 7 de diciembre de 2007
De regreso a casa
Escrito por
Mauri
creo que a las
14:55
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